En Chile, el uso del casco es obligatorio por ley para toda persona que circule en bicicleta. Esta normativa busca reducir las lesiones graves en caso de accidentes, ya que la cabeza es una de las partes más vulnerables del cuerpo humano.

El uso de la bicicleta en la ciudad ha crecido sostenidamente en Chile, impulsado por la necesidad de movilidad sustentable, la preocupación por el medio ambiente y los beneficios para la salud. Sin embargo, este aumento también ha traído desafíos, especialmente en cuanto a la seguridad vial. Uno de los elementos más importantes en este sentido es el casco.
En Chile, el uso del casco es obligatorio por ley para toda persona que circule en bicicleta. Esta normativa busca reducir las lesiones graves en caso de accidentes, ya que la cabeza es una de las partes más vulnerables del cuerpo humano. Diversos estudios han demostrado que el casco puede disminuir significativamente el riesgo de traumatismos craneoencefálicos, siendo una barrera clave entre el ciclista y el pavimento o un vehículo motorizado.
En contextos urbanos como Rancagua o Santiago, donde la infraestructura para bicicletas aún está en desarrollo y la convivencia vial con automóviles no siempre es la ideal, el uso del casco representa una medida preventiva crucial. Además, promueve una cultura de respeto por la seguridad personal y el cumplimiento de las normas de tránsito.
Sin embargo, al observar países como Países Bajos, donde el ciclismo es una práctica masiva y parte del día a día de millones de personas, surge la pregunta: ¿por qué allí no es obligatorio el uso del casco?
La respuesta radica en la estructura del sistema. En Países Bajos, la infraestructura ciclista es altamente desarrollada y priorizada, con ciclovías segregadas, semáforos exclusivos para bicicletas y una fuerte cultura de respeto al ciclista por parte de peatones y automovilistas. Esto reduce considerablemente los riesgos de accidentes graves. Además, al ser una actividad cotidiana desde la infancia, el ciclismo se practica a baja velocidad y en condiciones muy seguras. En ese contexto, la obligatoriedad del casco no es vista como una necesidad.
No obstante, en países donde el entorno vial aún no es plenamente seguro para ciclistas, como Chile, el casco sigue siendo una herramienta de protección vital. La clave está en no verlo como una barrera para el ciclismo, sino como un aliado que, junto con una mejor infraestructura y educación vial, puede contribuir a ciudades más amigables, seguras y sostenibles.